La primera de ellas es la guerra de los dioses:
La guerra de los dioses
Zeus estaba preocupado, y mucho, su liderazgo indiscutible en la tierra de los mortales había llegado a su fin. Por el camino había a derrotado a los titanes, a su propio padre, revueltas internas dirigidas por Hades… pero nunca imaginó que seres tan poderosos como ellos pudieran ponerles en jaque.
Tenía bastantes problemas ya con el dios único de los judíos cuyo culto a uno de sus profetas, un tal Jesucristo, se asentaba cada vez más entre los pobres y gente de baja alcurnia.
Uno de los movimientos de los que más orgulloso estaba era la conquista del corazón del imperio romano, supuso un sacrificio al nombre de algunas deidades menores pero pudo asentar bien su dominio en el mundo.
Pero ahora se enfrentaba a lo que los mortales denominaban el panteón nórdico.
Nunca dio mucha importancia a estos dioses, a su juicio menores, que se contentaban con ser adorados por poblados de bárbaros.
Pero las recientes incursiones de éstos barbaros había llevado a chocar con ellos, y no eran débiles como se esperaba, si no que poseían un fuego que ardía con furia y ansias de conquista, como Zeus cuando era joven y se enfrentó a su padre.
Finalmente habían decidido combatir contra ellos, a su lado su fiel esposa Hera le vestía con su armadura divina para la batalla, gestada por el propio Hefesto con los fragmentos del extinto Hades brillando oscuramente en su coraza, el casco era de cuero, pero cuero de la piel arrancada a uno de los titanes, mucho más duro que el mas frio de los metales.
Hermes le tendió una alforja que contenía los rayos más peligrosos jamás capturados en el cielo, a pesar de la gran velocidad de Hermes, este presentaba heridas de quemaduras de portar dichos haces de luz mortales.
Zeus lanzó una última mirada a su ejército de dioses, Artemisa, Ares, Atenea, Poseidón… y por descontado la invocación de sus criaturas “especiales”, las mas horrendas y poderosas criaturas que ayudaron a crear: Minotauros, Arpias, Medusas, Hidras…
Con tal fuerza nadie podría igualarlos, y sonrió de pensar en aplastar a los dioses rivales.
Consideró que tenían el suficiente poder y experiencia para sobrevivir uan vez mas como los dioses reinantes del mundo.
Con un gesto silencioso, señaló al horizonte, al lugar que llamaban los dioses bárbaros Asgaard.
A su orden la nube que cubría la montaña trasladó el Olimpo sobre ella hacia esa dirección; los mortales quedaron aterrados por la enorme nube gris que lanzaba terribles rayos a su paso debido a la cólera del dios.
Cuando el Olimpo llegó a las puertas del gélido Asgaard,
vieron que los dioses bárbaros eran muchos y tenían de su lado a criaturas
igual de míticas como ellos: Gigantes, trolls y enanos con sangre en los ojos
, les esperaban, observó a los Dragones del norte tremendos e imponentes que se alzaban
majestuosos frente a sus propios monstruos.
El que jerárquicamente estaba por encima del resto de los
dioses nórdicos, Odín un ser imponente con aspecto de temible guerrero con
barba y un parche en el ojo, les señaló con alegría en sus ojos por la probable masacre que
pensaban hacer.
Su ejército soltó un increíble grito de guerra que hizo
temblar la tierra y provocó el gran terremoto que hundió ciudades y países en
el olvido.
Se lanzaron a la batalla una luz estalló con cada impacto
que los dioses se propinaban.
Poseidón se enfrentó a un guerrero con guantes de metal y un
gran martillo, para sorpresa del dios de los mares éste dios nórdico poseía
también la facultad de controlar el rayo como su hermano y una prodigiosa fuerza, fue el
primero en caer machacado por Mjolnir , su martillo.
Después de tres días combatiendo sin descanso Zeus
malherido, se dio cuenta de su error, había subestimado las fuerzas de éstos
dioses, y la guerra no iba muy bien que digamos.
Hera fue atravesada por Hela con su cetro, el dios del rayo
y del cielo corrió a socorrerla pero ya había expirado su existencia.
Con rabia en los ojos, echando chispas, cogió su bolsa de
rayos y decidió soltarlos todos a la vez, aunque él pereciera tenía que acabar
con los dioses bárbaros.
La explosión y luz siguientes a este evento fue presenciada
por todo el mundo mortal, y otros panteones, algunos empezando y otros ya
asentados tomaron nota del encuentro.
En el lugar de la explosión no quedó nada, sólo un vacio
atemporal donde tormentas de rayos permanentes castigan el aire.
La gente confusa recurrió a los dioses llorando por los
acontecimientos que habían sufrido, los bárbaros suplicaron la intervención de
Odín, pero ninguno obtuvo respuesta alguna, eventualmente les darían la
espalda.
En roma una presencia se alegró de que dichos dioses paganos
se hubieran marchado a combatir a otros dioses paganos y no volvieran, ahora
podría hacer que sus acólitos salieran de las mazmorras y galerías ocultas del
imperio, había llegado su momento.
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