martes, 25 de septiembre de 2012

Corto II: Luna de sangre

Corto II: Luna  de sangre


Duele, y mucho, cuando la sangrienta luna se alza en el cielo nocturno mirándome y clavándome sus rayos blanquecinos con tono rojizo,  llegan hasta mi piel y me quema.
Mi corazón se acelera, mis venas se endurecen y bombean más sangre que nunca y la transformación empieza.
Mis manos se transforman en garras mas afiladas que cualquier espada con las que puedo despedazar a aquellos desdichados que se crucen en mi camino.
Mi cara se transforma, consiguiendo unas enormes y afiladas fauces con las que desgarro e hinco el diente al prójimo.
Mi cuerpo crece, haciéndome enorme e inalcanzable para el resto de los mortales.
Mi  juicio se nubla, se entumecen mis pensamientos, sólo el deseo de poder, sangre e imponerme al resto de los endebles humanos queda en mi  ya solitaria consciencia.
Oigo  los susurros de los habitantes  en sus casas, hablan con miedo de mí y se asustan  ante mi  imponente presencia, mi sola mirada basta para que los niños lloren y los padres griten y corran.
Deambulo a la entrada de sus moradas, intentando engañarles con promesas de perdón, simulando las voces de sus seres queridos… cualquier cosa vale con tal de entrar y hacer lo que me urge mi afilada alma nocturna.
Aquellos desdichados que caen en mis tretas no reciben compasión, son inmediatamente mutilados y castigados en un desenfreno malévolo.
Casi al finalizar la noche vuelvo  ya a mi casa, con mis manos manchadas de sangre y con mi enloquecido estómago que pide repetir más atrocidades, y que nunca se sacia.
 Llego a mi cama con el corazón destrozado por mi impedimento a cambiar lo que soy en las noches de luna de sangre.
En esos días me transformo en el peor y más temido ser de éste mundo, aquel que rige sobre la oscuridad de los corazones; Así es, me transformo en político.

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